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jueves, 15 de noviembre de 2012

ESTAFA DEL SISTEMA EDUCATIVO: PRODUCTOS DE BAJA CALIDAD



Que la Educación en España va mal no es descubrir algo que no se sepa. Es una realidad que la educación española está a la cola de todas las educaciones de los países europeos que se asemejan al nuestro, según los informes educativos más relevantes.

Podemos seguir alegando el fracaso escolar y los bajos resultados a la falta de medios económicos, humanos, materiales, etc., que parte de razón habrá en ello desde luego, pero en mi opinión el problema va mucho más allá y es más de raíz.

Vivimos en una sociedad en la que gobierne quien gobierne,se da prioridad a los derechos de segunda generación, de prestación, esto se traduce en un incremento en la acción del Estado y los medios de comunicación públicos, así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a asociaciones culturales y sociales. Es importante conocer el sistema político predominante para conocer la educación de un país.
Dicho esto, la Educación se convierte en un bien de Estado, en donde el Estado se garantiza que la educación llegue a todos, del derecho a todos a la Educación, y donde el Estado por lo tanto es un gran intervencionista en este aspecto.

Por supuesto esto tiene sus aspectos positivos, y es que todos se garantizan una Educación por parte del Estado, ¿pero qué calidad tiene esta Educación?

En mi opinión es imposible que al ser un bien controlado por el Estado, dé un producto de calidad. La educación para todos está bien, y es importante, pero también en mi opinión tiende a la mediocridad; entran muchos o todos los escolares, y salen satisfactoriamente pocos y a la vez, sin calidad. Sin embargo, con una Educación en donde primara la iniciativa personal, la innovación, la libertad para crear centros educativos, se producirían productos educativos de calidad, ya que sería un bien de competencia, lo que fomentaría la creación de mejores centros con la mejor educación, y en donde el Estado no estaría para enseñar a los ciudadanos, no habría este intervencionismo masivo, las escuelas ofrecerían al ciudadano lo que éste demande, lo cual a mi modo de entender es positivo ya que crearía un producto educativo de mayor calidad.

Una educación intervenida por el Estado, organizada y planificada por éste, es decir, no en manos de la sociedad civil, es perder libertad en Educación y a cambio de más seguridad, para asegurar la educación para todos.
Con esta Educación intervenida en la que nos encontramos en España y en la mayoría de países occidentales, la tentación totalitaria del Estado es manifiesta, de ahí que cada cuatro años o cada cambio de gobierno, lo primero que se hace es cambiar la ley educativa por el control de ésta en la sociedad. Con la educación actual los límites te los marca el Estado, es muy difícil o casi imposible sobresalir por esa búsqueda de la igualdad y por tanto de la no competencia, lo que provoca que no se produzcan bienes de calidad. No quiero que se me malentienda, todos deben tener derecho a la educación, pero no es menos real que no es un bien de calidad ya que no se produce, no se paga por ella y por lo tanto no se puede exigir la calidad, sino “tragar” con la Educación que nos da el Estado, que como he dicho, en mi opinión, tiende tanto a la igualdad que se acerca a la mediocridad.

Yo apuesto por una Educación sin límites, en donde sea cada ciudadano el que se ponga sus límites siempre respetando los límites de los demás. Evidentemente se puede entender que sin la garantía que ofrece el Estado en Educación, muchos no podrían acceder a ella, ya que si fuera un bien real de calidad, muchos no podrían “comprarla”.
Ahora bien, el dilema es: ¿hay que apostar por menos pero con una mejor calidad y formación educativa?, ¿o por el contrario es preferible el muchos pero sin que nadie sobresalga?
Seria osado si me atreviera a responder con rotundidad a estas preguntas, pero lo que sí puedo hacer es dar mi opinión argumentada. Creo en una educación de calidad en donde el Estado no intervenga o lo haga lo mínimo posible, que dé libertad de cátedra a los profesores, no solo universitarios, en donde cada alumno y sus capacidades pongan los límites, fomentando la iniciativa personal, ya que en teoría nuestro currículum es abierto, pero solo en teoría desde mi punto de vista, en la práctica por lo visto, los únicos que saben lo que se necesita en las aulas son los que jamás han pisado una. El Estado no debe estar para enseñar a los ciudadanos. Apuesto porque el Estado apoyara logística y económicamente a los centros para así garantizar la Educación de todos los ciudadanos, pero que dejara libertad para crear centros y que éstos ofrezcan lo que la sociedad demanda en cada momento, y debe dejar hacer a los profesionales propios sin restricciones tanto en el quehacer como en la toma de decisiones, ya que en cada periodo de la Historia, la sociedad demanda unos aspectos, y la Educación en mi opinión se queda atrasada respecto a éstos, lo que da el tema que estamos tratando, productos de baja calidad.

Mejorar la educación no es tan complejo como se quiere hacer creer. Existen soluciones; soluciones sencillas. Lo difícil es franquear el muro de lo políticamente correcto, de lo que se puede y lo que no se puede decir en educación.
Yo creo que funcionaría porque lo que considero como el producto final de calidad no se inspira en una visión ideológica del mundo. Con el fin de patrimonializar la educación, el sistema que aboga por una educación en donde el producto de calidad es la educación para todos, se ha apresurado a asegurar que ésta es tan importante y necesaria que debe mantenerse apartada de los conceptos de mérito-competencia y que, por tanto, no se le pueden aplicar las mismas reglas de competitividad y transparencia que tan buenos resultados han cosechado en otros sectores.

Pero mi discurso no se limita a la defensa de la privatización del sistema educativo –he sido educado en centros públicos-  y de la libertad de los padres para educar a sus hijos sin intromisiones, por lo que apuesto son por reformas que traten de introducir en la escuela pública principios como el fomento del esfuerzo, la responsabilidad individual de los alumnos, la eficacia y la transparencia en los resultados, y que los centros públicos vuelvan a ser instrumentos de promoción social.

En conclusión, respecto a que algunos ven el producto de calidad en educación como la educación accesible para todos, y otros en el resultado final, pienso que el sistema educativo de calidad no pasa por la utópica privatización de toda la escuela pública, sino por fijar claramente quién es el propietario de los centros públicos y permitirle gestionarlos con autonomía o privadamente, por devolver la autoridad –moral y legal– al profesor y por generalizar las pruebas de evaluación externas y transparentes. Para que la igualdad entre los centros llegue a ser una realidad resulta imprescindible que sean ellos mismos quienes seleccionen a su profesorado, sobre la base de un régimen laboral común.

El Estado por supuesto debe garantizar el marco general de consecución del bien educativo, pues los derechos sociales así lo piden y es una gran conquista histórica. Pero no debe ser frontera o impedimento para la acción social responsable y la iniciativa personal. Todo esto que he mencionado sin caer en la segregación social ni económica, y ahí debe de estar el Estado para mediante mecanismos, corregirlo.

En mi opinión, el producto de calidad empieza por introducir ideas como el esfuerzo, la responsabilidad, la eficacia y la transparencia en la escuela pública.