Que la Educación en España va mal no es
descubrir algo que no se sepa. Es una realidad que la educación española está a
la cola de todas las educaciones de los países europeos que se asemejan al
nuestro, según los informes educativos más relevantes.
Podemos seguir alegando el fracaso
escolar y los bajos resultados a la falta de medios económicos, humanos,
materiales, etc., que parte de razón habrá en ello desde luego, pero en mi
opinión el problema va mucho más allá y es más de raíz.
Vivimos en una sociedad en la que
gobierne quien gobierne,se da prioridad a los derechos de segunda generación, de prestación, esto
se traduce en un incremento en la acción del Estado y los medios de
comunicación públicos, así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a
asociaciones culturales y sociales. Es importante conocer el sistema político
predominante para conocer la educación de un país.
Dicho
esto, la Educación se convierte en un bien de Estado, en donde el Estado se
garantiza que la educación llegue a todos, del derecho a todos a la Educación,
y donde el Estado por lo tanto es un gran intervencionista en este aspecto.
Por
supuesto esto tiene sus aspectos positivos, y es que todos se garantizan una
Educación por parte del Estado, ¿pero qué calidad tiene esta Educación?
En
mi opinión es imposible que al ser un bien controlado por el Estado, dé un
producto de calidad. La educación para todos está bien, y es importante, pero
también en mi opinión tiende a la mediocridad; entran muchos o todos los
escolares, y salen satisfactoriamente pocos y a la vez, sin calidad. Sin
embargo, con una Educación en donde primara la iniciativa personal, la
innovación, la libertad para crear centros educativos, se producirían productos
educativos de calidad, ya que sería un bien de competencia, lo que fomentaría la
creación de mejores centros con la mejor educación, y en donde el Estado no
estaría para enseñar a los ciudadanos, no habría este intervencionismo masivo,
las escuelas ofrecerían al ciudadano lo que éste demande, lo cual a mi modo de
entender es positivo ya que crearía un producto educativo de mayor calidad.
Una educación intervenida por el Estado,
organizada y planificada por éste, es decir, no en manos de la sociedad
civil, es perder libertad en Educación y a cambio de más seguridad, para
asegurar la educación para todos.
Con
esta Educación intervenida en la que nos encontramos en España y en la mayoría
de países occidentales, la tentación totalitaria del Estado es manifiesta, de
ahí que cada cuatro años o cada cambio de gobierno, lo primero que se hace es
cambiar la ley educativa por el control de ésta en la sociedad. Con la educación
actual los límites te los marca el Estado, es muy difícil o casi imposible
sobresalir por esa búsqueda de la igualdad y por tanto de la no competencia, lo
que provoca que no se produzcan bienes de calidad. No quiero que se me
malentienda, todos deben tener derecho a la educación, pero no es menos real
que no es un bien de calidad ya que no se produce, no se paga por ella y por lo
tanto no se puede exigir la calidad, sino “tragar” con la Educación que nos da
el Estado, que como he dicho, en mi opinión, tiende tanto a la igualdad que se
acerca a la mediocridad.
Yo
apuesto por una Educación sin límites, en donde sea cada ciudadano el que se
ponga sus límites siempre respetando los límites de los demás. Evidentemente se
puede entender que sin la garantía que ofrece el Estado en Educación, muchos no
podrían acceder a ella, ya que si fuera un bien real de calidad, muchos no
podrían “comprarla”.
Ahora
bien, el dilema es: ¿hay que apostar por menos pero con una mejor calidad y
formación educativa?, ¿o por el contrario es preferible el muchos pero sin que
nadie sobresalga?
Seria
osado si me atreviera a responder con rotundidad a estas preguntas, pero lo que
sí puedo hacer es dar mi opinión argumentada. Creo en una educación de calidad
en donde el Estado no intervenga o lo haga lo mínimo posible, que dé libertad
de cátedra a los profesores, no solo universitarios, en donde cada alumno y sus
capacidades pongan los límites, fomentando la iniciativa personal, ya que en
teoría nuestro currículum es abierto, pero solo en teoría desde mi punto de
vista, en la práctica por lo visto, los únicos que saben lo que se necesita en
las aulas son los que jamás han pisado una. El Estado no debe estar para
enseñar a los ciudadanos. Apuesto porque el Estado apoyara logística y
económicamente a los centros para así garantizar la Educación de todos los
ciudadanos, pero que dejara libertad para crear centros y que éstos ofrezcan lo
que la sociedad demanda en cada momento, y debe dejar hacer a los profesionales
propios sin restricciones tanto en el quehacer como en la toma de decisiones, ya
que en cada periodo de la Historia, la sociedad demanda unos aspectos, y la
Educación en mi opinión se queda atrasada respecto a éstos, lo que da el tema
que estamos tratando, productos de baja calidad.
Mejorar
la educación no es tan complejo como se quiere hacer creer. Existen soluciones;
soluciones sencillas. Lo difícil es franquear el muro de lo políticamente
correcto, de lo que se puede y lo que no se puede decir en educación.
Yo
creo que funcionaría porque lo que considero como el producto final de calidad
no se inspira en una visión ideológica del mundo. Con el fin de patrimonializar
la educación, el sistema que aboga por una educación en donde el producto de
calidad es la educación para todos, se ha apresurado a asegurar que ésta es tan
importante y necesaria que debe mantenerse apartada de los conceptos de
mérito-competencia y que, por tanto, no se le pueden aplicar las mismas reglas de competitividad y transparencia que
tan buenos resultados han cosechado en otros sectores.
Pero
mi discurso no se limita a la defensa de la privatización del sistema educativo
–he sido educado en centros públicos- y
de la libertad de los padres para educar a sus hijos sin intromisiones, por lo
que apuesto son por reformas que traten de introducir en la escuela pública
principios como el fomento del esfuerzo, la responsabilidad individual de los
alumnos, la eficacia y la transparencia en los resultados, y que los centros
públicos vuelvan a ser instrumentos de promoción social.
En conclusión, respecto a que algunos
ven el producto de calidad en educación como la educación accesible para todos,
y otros en el resultado final, pienso que el sistema educativo de calidad no
pasa por la utópica privatización de toda la escuela pública, sino por fijar
claramente quién es el propietario de los centros públicos y permitirle
gestionarlos con autonomía o privadamente, por devolver la autoridad –moral y
legal– al profesor y por generalizar las pruebas de evaluación externas y
transparentes. Para que la igualdad entre los centros llegue a ser una
realidad resulta imprescindible que sean ellos mismos quienes seleccionen a su
profesorado, sobre la base de un régimen laboral común.
El Estado por supuesto debe garantizar el marco general
de consecución del bien educativo, pues los derechos sociales así lo piden y es
una gran conquista histórica. Pero no debe ser frontera o impedimento para la
acción social responsable y la iniciativa personal. Todo esto que he mencionado sin caer en la segregación
social ni económica, y ahí debe de estar el Estado para mediante mecanismos,
corregirlo.
En mi opinión, el producto de calidad empieza
por introducir ideas como el esfuerzo, la responsabilidad, la eficacia y la
transparencia en la escuela pública.